domingo, 6 de febrero de 2011

Resaca, recuerdos, vida....

     Pues sí, las cuentas no salen, o naciste en 1993 o tienes 9 pero no me jodas. Ante esta tesitura solo hay una opción, este chico no sabe restar. Para empezar desmentir esta primera suposición ya que a la tierna edad de seis años asistía a clase como un clavo. La respuesta a este sinsentido viene a continuación.
                           El título hace referencia a la cantidad de recuerdos perdidos durante las interminables noches de fiesta acaecidas durante mi corta vida. Hablo de esas noches que se desarrollan en una vorágine de alcohol, bares y bailes. De ésas que llegas a casa como por intervención divina ya que tu sentido de la orientación está seriamente mermado. De ésas que a la mañana siguiente te despiertas pensando: “¿qué coño hago aquí y cómo he llegado?”. De esta forma queda explicado el desfase entre los años de existencia y los recordados que a mi modo de ver son los realmente vividos. Algunos pensarán que es una lástima la gran cantidad de momentos desperdiciados. Quizás, pero ¿acaso no tenemos todos episodios que es mejor no recordar?, ¿y no es cierto que muchos de ellos coinciden con instantes de alto grado etílico? En mi caso no sé si estos olvidos suponen suerte o infortunio y la verdad prefiero no averiguarlo.
                       Una vez aclarado el dilema matemático voy al principal propósito de mi escrito de esta semana, el enaltecimiento de la resaca. Para la gran mayoría esta sensación es simplemente la causante de la masacre matutina de los domingos. Aquélla que te lleva a la mesa con total desgana puesto que no cabe ni la más mínima porción de comida en tu estómago y que si en algún caso entra luchará por salir hasta bien entrada la tarde. Para mí también tiene un lado bueno. Por hacer un símil la resaca es al fiestero como las agujetas son al deportista, he elegido éste porque me gustan tanto la fiesta como el deporte. Así las agujetas son la prueba de que cuando el día anterior decidiste esforzarte al máximo, lo conseguiste y la resaca es el testimonio de que cuando la noche anterior te propusiste quemar la ciudad lo lograste.
                    Por último y no por ello menos importante la resaca significa que la madrugada anterior estuviste vivo. En las juergas de gran melopea donde los recuerdos brillan por su ausencia es la única señal de que has llegado ileso. En conclusión, para mí es una prueba de vida. Así si tras alguno de estos fiestones dejas de padecerla empieza a preocuparte porque tal vez signifique que esta vez el azar no ha intercedido para que llegues sano y salvo a casa.

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