jueves, 24 de febrero de 2011

Quisiera ser una Heidi feliz, trotando por el campo.

Veo el mundo a través de la estrecha rendija que me permite mi neurósis. No se parece en nada a lo que yo desearía. ¿Pero quién dijo que los deseos se cumplen? ¿Quién dijo que vivir es fácil? ¿Quién dijo que alguién me acunará como a un niño?..
Y todo esto viene a explicar mi miedo por los espejos, no me gustan, me causan algo desagradable, algo parecido a esa vaga decepcion que tambien siento cuando el Real Madrid juega mal, o saco un precioso, pero perverso 2 en un examen, es difícil de explicar. El caso es que estoy contento conmigo mismo, me gusta mi aspecto y no soy ese tipo de pringaos que se avergüenzan de si mismos, tengo amor propio, pero no me gustan los espejos.


domingo, 20 de febrero de 2011

Animales Sociales


Creo que mi momento del adiós será cuando no tenga nada que decir ni nadie a quien decírselo. Tonta... tonta, mierda... mierda, eso es, odio a las personas que bajo la apariencia de una total incapacidad para el mal o cualquier actividad mental compleja, emplean sus escasas reservas neuronales en alcanzar un único objetivo... la satisfacción personal con una flagrante ausencia de empatía.

miércoles, 16 de febrero de 2011

-¿Qué tamaño debe tener un kiwi para ser considerado por sí mismo una ración de fruta a los ojos de una madre?

Donde un hijo ve una fruta, una madre ve una porción de salud que alargará la vida de su retoño... Por lo tanto a mayor tamaño, más tiempo tendrá el hijo de visitar la tumba de su madre. Cuando una mente está tan trastornada resulta muy complicado utilizar argumentos racionales y la simple opinión de que una ración de fruta está formada por una única pieza se topa con el duro muro del criterio materno.

Es difícil entrar en discusión si se trata de manzanas, naranjas, peras, melocotones o plátanos. Con uno basta. Tampoco hay problema con las cerezas, las fresas o las ciruelas. Hay que comer varias… otra historia diferente es cuántas... ¿Pero qué ocurre con esas malditas frutas que ni son grandes ni son pequeñas? Como los malditos kiwis… A veces aparecen en el frutero lozanos y rebosantes de carne ¡con uno basta para llenarse la boca! pero en otras ocasiones semejan haber sufrido la hambruna tras una guerra civil y resulta penoso retirarles los mugrientos harapos que cubren sus cuerpos verdes… y ahí entra la madre, y dice que uno es poco, e insiste en que comas otro y tú, mirando esa pequeñez que se escurre entre tus dedos... aceptas, y estás perdido. Ella ha ganado. Acabas de sentar un precedente, has comido dos!!! Ya nunca habrá un kiwi lo suficientemente grueso como para no necesitar compañía, ahora todos se sienten solos si no van en parejas. Intentas establecer un criterio lógico, pero los ojos de ella ya no ven porque no quieren mirar… los kiwis siempre se han comido de dos en dos y si no los quieres, te los comes de todas formas.

jueves, 10 de febrero de 2011

¿Obra Divina?


 Lo que sí noto es que tengo momentos... algunos días me siento bien, lleno, CON SENTIDO... pero puede que a la semana siguiente me parezca que el sentido que creí ver era un espejismo, y me siento banal, inútil, un estúpido que siembra en terreno yermo, que finge que es importante algo que no lo es...
Y lo curioso es que si me pongo, puedo defender las dos posturas fácilmente, lo que significa que un poco de cada una hay... Lo que sí intento es que las sensaciones negativas se ahoguen con dos lágrimas, un poquito de autocompasión (funciona... ) y luego me enchufo una canción animada en el mp3 para poder dar la sesión de patetismo por concluida... si no, leo o hago lo que sea como escribir en esta tontería de blog, en fin... me distraigo... porque afortunadamente sigo interesándome por cosas hechas por esa panda de mangarranes que son los seres humanos... mal hechos están los cabrones... La obra de Dios... ¡Ja! ya seremos el proyecto de fin de carrera de algún enchufado de ahí arriba...

Alegría Emocional

La capacidad de alegrarse realmente por lo bueno que le sucede a otro es limitada. Generalmente es una alegría más intelectual que emocional, más pensada que sentida. Sólo se alegran de verdad los que están muy cerca de ti, han sufrido contigo o te han visto luchar. Los demás, como mucho, pueden esbozar una sonrisa y si hay suerte... no sentirán envidia.

domingo, 6 de febrero de 2011

Resaca, recuerdos, vida....

     Pues sí, las cuentas no salen, o naciste en 1993 o tienes 9 pero no me jodas. Ante esta tesitura solo hay una opción, este chico no sabe restar. Para empezar desmentir esta primera suposición ya que a la tierna edad de seis años asistía a clase como un clavo. La respuesta a este sinsentido viene a continuación.
                           El título hace referencia a la cantidad de recuerdos perdidos durante las interminables noches de fiesta acaecidas durante mi corta vida. Hablo de esas noches que se desarrollan en una vorágine de alcohol, bares y bailes. De ésas que llegas a casa como por intervención divina ya que tu sentido de la orientación está seriamente mermado. De ésas que a la mañana siguiente te despiertas pensando: “¿qué coño hago aquí y cómo he llegado?”. De esta forma queda explicado el desfase entre los años de existencia y los recordados que a mi modo de ver son los realmente vividos. Algunos pensarán que es una lástima la gran cantidad de momentos desperdiciados. Quizás, pero ¿acaso no tenemos todos episodios que es mejor no recordar?, ¿y no es cierto que muchos de ellos coinciden con instantes de alto grado etílico? En mi caso no sé si estos olvidos suponen suerte o infortunio y la verdad prefiero no averiguarlo.
                       Una vez aclarado el dilema matemático voy al principal propósito de mi escrito de esta semana, el enaltecimiento de la resaca. Para la gran mayoría esta sensación es simplemente la causante de la masacre matutina de los domingos. Aquélla que te lleva a la mesa con total desgana puesto que no cabe ni la más mínima porción de comida en tu estómago y que si en algún caso entra luchará por salir hasta bien entrada la tarde. Para mí también tiene un lado bueno. Por hacer un símil la resaca es al fiestero como las agujetas son al deportista, he elegido éste porque me gustan tanto la fiesta como el deporte. Así las agujetas son la prueba de que cuando el día anterior decidiste esforzarte al máximo, lo conseguiste y la resaca es el testimonio de que cuando la noche anterior te propusiste quemar la ciudad lo lograste.
                    Por último y no por ello menos importante la resaca significa que la madrugada anterior estuviste vivo. En las juergas de gran melopea donde los recuerdos brillan por su ausencia es la única señal de que has llegado ileso. En conclusión, para mí es una prueba de vida. Así si tras alguno de estos fiestones dejas de padecerla empieza a preocuparte porque tal vez signifique que esta vez el azar no ha intercedido para que llegues sano y salvo a casa.

viernes, 4 de febrero de 2011

Cuando conoces a alguien especial.

El otro día conocí a la primera persona en mi vida que no ha escuchado ninguna canción de The Beatles, ni de The Who, RS o The Clash creyendo  que esas grimosas canciones de El Canto del Loco y Maldita Nerea tienen un hueco en la historia del Rock&Roll. 
La verdad es que en los tiempos que corren creo que habrá que irse acostumbrando. Es lo que tiene eso de los analfabetos funcionales, que se llama. Porque, al menos en mi modesta opinión (lo de modesta es coña), tan cultura es un clásico del cine como uno de la literatura. Tan grave me parece no saber quien es Napoleón como no saberse del tirón los miembros de los Beatles.
Eso de analfabeto funcional se utiliza para referirse a quienes no están puestos en esto de las informáticas pero para mi, va más allá. Vamos. que el término me gusta y creo que da más de sí. Yo mismo, en un alarde de autocrítica, he de reconocer que algo, lo soy.

jueves, 3 de febrero de 2011

El golpe no me ha dejado secuelas...

 Cuando por fin he despertado estaba en el suelo y no sabía sumar. Lo he notado cuando al coger unos cuantos sestercios para la compra no conseguía contar el total de las monedas. ¿Tres mas dos son seis? Supongo que el golpe que me di ayer con el pico de la mesa tuvo algo que ver. El caso es que tenia hambre y me he dirigido a la carnicería a por una merluza para matar la sed.
              El dependiente se ha negado a dármela, así que le he pedido un par de litros de morcilla. Tampoco me los ha querido vender y encima me ha echado de la tienda con muy malos modos. Tenemos suerte de vivir en 1995: he conseguido encontrar en seguida una de esas maquinas automáticas de comida. Pero como te he dicho al principio había olvidado sumar, así que no he podido juntar la cantidad que marcaba y me he tenido que volver a casa con el pulmón vacío. Por lo menos creo que el golpe no me dejó más secuelas.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Amado fin de semana

Pues bien, aquí en el límite de mis fuerzas me he animado a escribir esta entrada en nuestro amado blog. En los albores de este año se cierne sobre mí la época más nefasta de la temporada. Periodo de cambio de prioridades, de pensar en un mejor futuro sin haber satisfecho el presente. Momento en el que por una vez -y sin que sirva de precedente- mis neuronas ganan la partida a ese grandioso néctar surgido de la fermentación llamado alcohol.
                 Lejos quedan los botellones acontecidos hasta horas intempestivas de la madrugada continuados con copas de ginebra con hielo en innumerables bares antros y tugurios. Ahora el tiempo es ocupado en melopeas de vocablos, gráficas y expresiones analíticas a menudo indescifrables. Y cuando pienso que todo está perdido, que todo esto es un caótico sinsentido, apareces tú mi amado findesemana para arrojar luz a la jornada. Mi único consuelo es que mientras avanzo en mi relato se acerca la hora en la que el placer etílico en forma de ambrosía rosa se tome la revancha a hígado y cerebro con nuestro ansiado plan B.

Profundamente perturbador.

El simple hecho lo animo, como si se tratara de reunir notas, establecer un orden y mecanografiar nuestras vidas sin considerar la distancia que produce el mundo en movimiento. La idea de ser tocado por la luz pública fue tan fuerte como fulminante el azar y la curiosidad, aunque en realidad sólo escribiera un debate estéril, pixeleado y maniatado, profundamente perturbador, proselitista, casi proxeneta de un juego de memoria como vía de escape.

martes, 1 de febrero de 2011

Causa y efecto

Guapo,pero también inteligente.Y honrado, y discreto y fiel.No se le conocen amoríos ni enemigos, y sobrelleva la gloria con la misma dignidad que las desgracias.
¿Existe el hombre perfecto? Esta incordiante pregunta es pertinente: si ese hombre habitara esta tierra, debería haberse parecido a dicho personaje...
El hombre perfecto es más que un icono, más que un ser imposible rodeado de las más insólitas e insospechadas cualidades: la gracia de ese ser extraordinario es que pueda ser real, que viva o haya vivido entre nosotros, que le conozcamos y que tenga un rostro capaz de transmitir la fuerza de lo excepcional.
El hombre perfecto, en toda la amplitud de lo que sugiere la excelencia sin caer en una odiosa exhibición narcisista, es aquel que olvida hasta donde llega su excepcionalidad y actúa en la vida con una naturalidad fuera de lo común. En suma, como si la perfección fuera una categoría humana compartida por todos. Esta estimulante actitud es la que transmite esa figura insólita que da a la humanidad, sin aspavientos y sin sobredosis, lo mejor de sí mismo para goce de todos hasta introducirse en nuestras vidas, en nuestra imaginación y en la capacidad humana de reconciliarse con lo humano.
Ese hombre perfecto sería capaz de llegar a viejo, de envejecer y pasar a la breve historia de la perfección con la misma suavidad y dignidad con la que circulan por la vida los mejores. En un mundo dislocado y excesivo es excepcional envejecer aceptando las arrugas,la decadencia, sin sobrepasar nunca esa difícil línea que separa lo auténticamente humano del artificio emotivo y de los dividendos propagandísticos que otorga la exhibición de la decrepitud del cuerpo. Esa excepción sólo ocurre cuando la notoriedad pública es una cualidad que se basa en lo auténtico.
El hombre perfecto es hasta el final un modelo de dignidad enviadable. Si se tienen en cuenta las circunstancias de esta sociedad hay que sacarse el sombrero ante un tipo capaz de seguir, firme, impertérrito, su trayecto vital y hacer de su trabajo un espacio donde caben los mejores sin necesidad de anunciarlo a cada momento a los cuatro vientos.
El hombre perfecto no necesita más publicidad que su profesionalidad y su trayectoria, independiente, fiel a sí mismo y a lo mejor de su época, aquel que genera empatía, admiración y agradecimiento, capacidad de ampliar horizontes. Que su biografía sólo parezca una aproximación fugaz y parcial a su sugerente figura. Como si la realidad de su vida fuese inabarcable.
El hombre perfecto posee una tenaz custodia sobre su vida privada, una discreción increíble, con la voluntad de no actuar como una estrella y de aposentarse a ras de suelo en las mismas condiciones que sus conciudadanos. Admirable por discreto llamador de atención, elegante y por situar la popularidad en el sitio que le corresponde, siendo un inquieto en su trabajo y en su vida,un incansable.
El hombre perfecto sólo es aquel que despierta el respeto por ofrecer a los demás lo mejor de sí mismo.