martes, 9 de agosto de 2011



Si te digo la verdad, yo también estoy comenzando a cansarme. Dirás que me harto muy pronto, que tengo poco aguante, o que ni en mis asuntos resisto mucho. Pero verás, resulta que ya estoy aburrido de esforzarme, de esmerarme, de luchar, de intentarlo. Me resulta absurdo preocuparme, angustiarme, obsesionarme, siquiera inquietarme. Enfrentarme a tí. Enfrentarme a mí. Me siento tan fatigado como tras doce horas continuadas sin dejar de correr. Me produces claustrofobia. Asma. Me sofocas, me asfixias. Sí, me falta la respiración. Me quitas la respiración. Y a pesar de todo, el color de las paredes de mi cabeza es blanco. Blanco nuclear. Ni una señal, ni un indicio de que lo que hago sirva para algo. Te muestras tan indiferente, tan pasiva, tan sumamente inerte. Creo que el propio blanco de mi pared, está comenzando a desintegrarse

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