miércoles, 11 de mayo de 2011

Verdad como la vida misma...

No es por nada, si no porque el tanteador entre las cosas buenas y las malas estaba ya muy descompensado y inevitablemente un barco escorado no tardaba mucho en hacer aguas… en mi caso, se llamaba tener problemas. Y los tenía, de todos los tamaños y colores…
Y casi todos eran retratos… o imágenes que trazo a trazo se habían convertido en escenas más dignas de una cámara de tortura, que de un adolescente… Pero el tiempo pasó y debió olvidarse de mi por alguna casualidad del destino… 

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